viernes, 20 de mayo de 2011

Rápido

Recuerdo lo que vestía, también recuerdo su pelo, y lo que él vestía. Incluso recuerdo su olor... es un recuerdo a largo plazo que probablemente jamás olvidaré. Recuerdo que mis padres no estaban en casa, y que solo estaban mis primas. Que hablaba con él por teléfono y le pregunté porqué no venía a mi casa. Él me dijo que en media hora iba. Y yo me puse mi camiseta de rayas diagonales y mis vaqueros, una diadema... y subí a la terraza a esperar... Recuerdo su pelo a lo lejos, su pelo todo alborotado...
Cuando bajé a saludarle, él venía con un amigo, y allí en medio de la calle, cuando me acerqué me dió un beso feroz y desesperado, como si lo ansiara desde tiempos remotos, como si su cuerpo le negara hacer cualquier otra cosa aparte de besarme allí, en mitad de la calle.
Recuerdo todo, entrar a mi casa, presentarle a mis primas, ir a la cocina tomar jugo, y que me lo quitara de la boca... subir a mi habitación, sentarnos en mi sillón y comenzar a besarnos con desesperación y complicidad, y tocar, nuestras espaldas, cuellos, hombros, pechos... y que de repente llegara el quesero.
Recuerdo la sonrisa que llevaba hace 5 años cada vez que me veía... y la sonrisa con la que me saludó el año pasado cuando me aparecí en su casa sin previo aviso.
Y no quiero, dejarla ir... no quiero... esa mirada que brillaba pero que intentaba ocultar...

Bien me dijo alguien hace unos cuantos años... "lo que empieza rápido, termina de la misma forma". Y cuando lo piensas, es cierto, muy cierto. Mientras que la primera versión de M y yo nació en cuestión de días, y así mismo terminó de un día para otro, la segunda versión de M y yo nació de en medio de una especie de amistad, de meses hablando, de un recorrido nada corto... y terminó a duras penas, cuando ya se había intentado todo para mantenerla a flote... lentamente.
Pero... ¿Valió la pena?

sábado, 14 de mayo de 2011

Cosmos

Ese día era un día para los dos. No teníamos planes, aunque yo había mencionado que quería ver la nueva de Shrek. Así que ese día nos encontramos tirados en su cama mirándonos tontamente hasta que el cansancio le venció y cerró los ojos. Yo lentamente dejé la cama y fui al salón a jugar con Freya. Mientras Freya desataba mis cordones le escucho decir “querías hacer algo?” le dije que si íbamos a ir a ver Shrek, él dijo que vale, que le dejara dormir un rato, y eso hice. Hasta que sentí que se sentó en el sillón a mi lado, se hizo una bola y se quedaba dormido.
Cuando finalmente decidimos salir, puedo recordarle a mi lado en el carro público, dejándome al lado de la puerta para que nadie se siente sobre mí, yendo a comer helado y criticando a la gente que hacía la cola para entrar al cine. También puedo recordar su mano apretando la mía firmemente mientras hacíamos la cola, su cara vulnerable, su mente refugiándose de todos los sonidos a su alrededor… que yo abriera la boca y el centrara toda su atención en mí, que me escuchaba solo a mí.  Aquella noche llegué tarde para el horario de mi primo donde me estaba quedando, y recuerdo que estuvimos caminando por los lugares que habíamos recorrido durante nuestras primeras citas, hace 5 años. Lo que había pasado, lo que habíamos sentido. Aquella noche, frente a la puerta de la casa de mi tía, M me dio uno de los besos más cálidos de todo el verano, porque recuerdo que todo a mí alrededor desapareció y solo quedábamos él y yo. Y aquél fue el último beso, como si el cosmos lo hubiera planeado así, la última vez que le ví fue la última vez que le sentí como el M al que amaba. Quisiera pensar que todo lo demás fue mentira, y que ese era todo él, majestuoso y único. Perfecto.